viernes, 2 de agosto de 2013

Los celtas I


miércoles, 24 de abril de 2013

Beltaine, fiesta sacerdotal.


Beltaine significa literalmente, si se acepta la composición de la palabra, “fuego de Bel”, nombre con el que se sigue denominando en Irlanda al mes de mayo en irlandés moderno: Beltane “el primer día de mayo”, según el diccionario Dinneen. La información de la que se dispone es escasa, pero no tanto como para que no se esté en condiciones de determinar exactamente el simbolismo de la fiesta, a falta de conocer los rituales completos. 
En lo relativo a costumbres gastronómicas, el contenido de la estrofa reservada a Beltaine es bastante pobre:
“Os lo digo, una fiesta particular
Son las riquezas de Beltaine,
Cerveza, coles, leche dulce
Y leche cuajada al fuego”

Esas riquezas son demasiado insignificantes, sobre todo en historia religiosa. Sin embargo, esta atmosfera se percibe mejor si consultamos el libro de las invasiones, donde se cuentan las andanzas de Partolón, primer habitante de Irlanda, donde se indica que

“fue un martes cuando arribó a Irlanda, el decimoséptimo día de la luna de las calendas de mayo”

El poema que sigue a esta afirmación rectifica el día del mes y conserva el de la semana

“Fue el decimocuarto dia, un martes
Cuando descendieron del navío libre
Hacia el puerto en el país claro, azul y brillante
Inber Scene el del escudo brillante”

También en el mes de mayo murió Partolón.

“Sus cuatro hijos dividieron Irlanda en cuatro: ésta fue la primera división de Irlanda. Irlanda permaneció de este modo dividida hasta el exterminio de su pueblo. La muerte les alcanzó en las calendas de mayo, esto es desde el lunes de Beltaine hasta el otro lunes ante Mag Elta, cinco mil hombres y cuatro mil mujeres murieron del lunes al lunes. De ahí es donde viene el exterminio de la raza de Partolón en Irlanda”

Mejor omitamos el número excesivo de muertos prehistóricos. Lo importante es la datación de Beltaine. Por lo visto, todos los habitantes de Irlanda arribaron a la isla en esta fecha, comenzando por los Tuatha de Danaan:

“Zarparon con todos los barcos y, tras tres días, tres noches y tres años, atracaron en la ancha y larga playa arenosa de Tracht Muga, en las tierras de los héroes del Ulster, el lunes de la semana de principios del mes de mayo”

Y Keating, autor de “History of Ireland” confirma

“Hicieron salir sus barcos y al cabno de tres años, tres días y tres noches llegaron a la arena de Tracht Muga, el lunes de la primera semana de mayo”

Entonces, los Tuatha dé Danaan quemaron sus barcos y tras esta fogata, se envolvieron en una nube druídica (céo draoidheachta) para que nadie los descubriera. Si tenemos en cuenta el Dinshenchas de Rennes , fue igualmente en Beltaine cuando Mide, personaje epónimo de la provincia central de Irlanda, encendió en Uisnech y para los hijos de Nemed (“sagrado”), un fuego que debía durar seis años; y Mide cortó la lengua de los druidas locales que n o interpretaron favorablemente su humo.

Pero sin duda, lo realmente importante de Beltaine es el fuego. En un dialogo enigmático con su prometida Emer, Cúchulainn describe así esta fiesta:

“Hasta Beltine, es decir, el fuego benefactor, a saber, los dos fuegos que los druidas hacían con grandes encantamientos. Cada año hacían pasar los rebaños entre ellos (para protegerlos) contra las epidemias. O hasta Beldine, siendo entonces Bel el nombre de un ídolo: los primogénitos (dine) de cada rebaño se atribuían en propiedad de Bel. Beldine es, por tanto, lo mismo que Beltine”.

Quien ha transcrito este texto ennoblece a Cúchulainn atribuyéndole una ciencia etimológica que apenas se cuenta entre las prácticas de los guerreros de Irlanda – al menos en los del ciclo del Ulster – y además, la etimología presenta un alto grado de fantasía. Podemos percibir la interpretación bíblica del sacrificio de Yahvé….pero la descripción coincide con el Glosario de Cormac.

“Beltaine, fuego de Bel, fuego benéfico, es decir un fuego que los druidas hacían con su magia o sus grandes encantamientos; y se llevaban los rebaños (para protegerlos) contra las epidemias todos los años a estos fuegos. Hacían pasar lo rebaños entre ellos”

También era de Samain a beltaine cuando los fianna se alojaban con los hombres de Irlanda. De Beltaine a Samain vivían del producto de la caza y dormían al raso. De Samain a Beltaine no estaban sin embargo inactivos:

“Un dia que Finn y los Fianna estaban en la espaciosa Almain de Leinster, bebiendo en el festín de embriaguez y alegría de Samain, y que los nobles y grandes señores de Irlanda estaban en su presencia, Finn les pregunto si les había llegado el momento de ir a correr y a cazar, pues era la costumbre de Finn y los Fianna pasar el año de esta manera: de Beltaine a Samain, en la caza y la carrera, y de Samain a Beltaine, en la guardia general de todos los hombres de Irlanda”

Además, y según Keating, desde Samain a Beltaine los hombres de Irlanda tenían además a su cargo a los Filid y al parecer, estos se habían vuelto tan numerosos que representaban un tercio de la población. No se dice que hacían en verano. 

Está claro, por todo lo que precede, que Beltaine era la fiesta del comienzo del verano. Por tanto no era para protegerse de la intemperie o de los rigores de la temperatura que se encendían los fuegos de Beltaine, y tampoco únicamente para proteger el ganado. El propio San Patricio encendió un fuego con ocasión de esta fiesta y, a pesar de la prohibición real, en Samain, para las Pascuas cristianas encendió un fuego que no gustó a todo el mundo. Según el relato de Muirchu en la Vida Tripartita, los druidas dijeron al rey Loegaire que reinaba en aquel tiempo:

“ese fuego que vemos, sea quien sea que lo ha encendido esta noche, no se apagará en toda la eternidad. Prevalecerá además sobre todos los demás fuegos de nuestra tradición. Y aquel que lo ha encendido – el reinado de aquel que lo ha encendido sobrevendrá esta noche – nos vencerá a todos. Todos los reinos se postraran ante él y él mismo colmará todas las cosas por los siglos de los siglos”

Es más que dudoso que los druidas hablasen en latin, lengua en la que escribe Muirchu, además de que su profecía era muy fácil a posteriori, pues fue redactada bastante después de los acontecimientos que anunciaba. Sin embargo, fue escrita según las normas tradicionales de la Irlanda antigua: una controversia, teológica o mágica, entre el santo y el druida en relación a un fuego que no tenía nada de profano, solo podría tener lugar en la beltaine asimilada a la Semana Santa. ¡Qué lejos queda el ganado! Evidentemente, Patricio había decidido encender su fuego en la Colina de Uisnech, en el centro de Irlanda, y lo había rodeado de un círculo mágico cuyo acceso estaba prohibido a los paganos. Curioso santo, pero muy eficaz, que combate con fuego las llamas del infierno. A continuación, sigue el texto de Muirchu, tambien en latín:

“Los druidas del Rey dijeron a aquellos que iban: “Rey, tu no irás al lugar donde esta el fuego por temor a que después tu mismo puedas adorar a aquel que lo ha encendido, pero te quedarás al lado, al exterior. Lo llamaremos ante ti para que te adore y tú serás el señor. Hablaremos él y nosotros alternativamente en tu presencia y nos pondrás a prueba”. Llegaron al lugar fijado. Una vez hubieron descendido de sus carros y de sus caballos no penetraron en el círculo del lugar en llamas sino que se sentaron al lado. Y San Patricio fue llamado ante el rey fuera del lugar del fuego.”

El tema termina con pruebas a cuyo término San patricio vence a los druidas. Si no supiésemos por lo demás, gracias a su hagiografía, quien es San Patricio, lo tomaríamos por un druida, al igual que a Cristo, mucho más poderosos que todos sus oponentes.

El ambiente de la fiesta conllevaba cierta imposición, absolutamente religiosa, de acuerdo con un breve pasaje de Aided Diarmada “Muerte de Dermot”, que sitúa geográficamente las grandes fiestas y nos informa de su carácter obligatorio:

“Diarmaid y los hombres de Irlanda convocaron gran asamblea de Uisnech en Beltaine, pues había tres grandes asambleas en aquellos tiempos, a saber: la asamblea de Uisnech en Beltaine, la feria de Tailtiu en Lugnassad y el festín de Tara en Samain. Y cualquiera de los hombres de Irlanda que las transgrediese se exponía a la pena de muerte por haber violado la Ley”.

Y aunque solo sabemos del Dios Bel lo que aparece en Tochmarc Emire (El Cortejo de Emer) y el Glosario de Cormac, es imposible pensar en la divinidad gala Belenos, cuya etimología, con un sufijo más o menos, es la misma (el primer elemento, Bel- es al menos indudable y nos puede servir como ejemplo Belisama, “la muy brillante” cuyo sufijo, un superlativo, es distinto)

San patricio no se equivocó: “Encendió un fuego divino muy claro y bendito” 

En conclusión, Beltaine es la exaltación del fuego, elemento druídico como el aire, la tierra y el agua. Podemos considerar a Bel un sobrenombre de Lug en su aspecto de luz, opuesto simétricamente al Lug de Samain, que prepara el invierno y la oscuridad. Beltaine era tambien por consiguiente una fiesta sacerdotal: la escasez de testimonios se explica tanto por la ocultación cristiana de todo lo relativo al sacerdocio como por la ignorancia natural de la clase guerrera de todo lo que n o le concernía directamente. Los druidas, por su parte, velaban por el simbolismo solar e ígneo de su fiesta propia. Aquí también, y más que ninguna otra circunstancia, eran los Señores del fuego. La coincidencia nos aporta al menos un indicio fiable en lo concerniente a la datación calendaria de los sacrificios mediante el fuego que señalaron en la Galia los autores antiguos. Era en mayo o en junio, con ocasión de su fiesta (cuyo nombre no conocemos) equivalente a Beltaine, cuando los celtas continentales quemaban los grandes muñecos de madera rellenos con hombres y animales, según indicaban los autores Romanos, celebración que se ha conservado adaptándola bajo la forma de la “Fiesta de mayo” o fuego de San Juan.

La datación de la fiesta del fuego y la correspondencia teonímica de la Galia e Irlanda, con los nombres de Bel y Belenus, aportan la prueba de que Belenus, entendido según la “interpretatio” Romana como un “Apolo”, es un sobrenombre del “Mercurio” galo de César. No es tampoco casualidad si Belisama es un sobrenombre de “Minerva” en la Galia y si Brigit, convertida en Santa Brigida, es la guardiana del fuego perpetuo del santuario de Kildare en Irlanda.
Hermandad Druida Dun-Ailline'sstatus


Santuario Celtíbero de Segeda demuestra que los celtas dieron importancia religiosa a los solsticios y Equinoccios

Durante mucho tiempo se ha creído y mantenido que los pueblos celtas no tuvieron en el pasado una relación directa y religiosa con los Ciclos Solares (Solsticios y Equinoccios). Esta tesis fue mantenida por famosos celtistas como Jean Markale, que en muchas de sus obras desmiente esta relación hasta el punto de vincularla con lo que él identificaba con el neo-druidismo romántico y el esoterismo, sin vinculación con el pasado celta y el druidismo.
Afortunadamente la arqueología, ciencia viva que evoluciona a razón de nuestra implicación en rescatar los testimonios físicos de nuestros antecesores, de un tiempo a esta parte se obceca en dar la razón evidencia tras evidencia, a quienes siempre han defendido que aquellos primeros revitalizadores del druidismo y los Cultos celtas no estaban ni mucho menos equivocados al presentar una religión mucho más compleja y asentada de lo que se pensaba en un principio, destacando sobre la idea de préstamos esotéricos posteriores, que quizá hayan sido los celtas, entre otros, quienes inspirasen las creencias de ocultistas y escuelas herméticas de la Era Moderna y no al contrario, como se creía.
Para este caso traemos a colación un hallazgo de 2011 que demuestra la importancia ritual y sagrada del Ciclo Solar para los celtas. Concretamente nos referimos al descubrimiento del que se harían eco en el Blog Noticias e Historia Antigua y Arqueología, de un medidor astronómico, único en Europa, en las excavaciones del Templo de la emblemática ciudad de Segeda (Sekaiza, en Calatayud, Zaragoza) de la tribu celtíbera de los Belos, ya histórica por diferentes motivos a cada cual más emblemático, como lo son, por ejemplo, deber a su belicosidad que los romanos cambiaran su calendario y a fecha de hoy celebremos el cambio de año en enero, o que por su causa comenzase la segunda Guerra Celtíbera.
En cuanto a las extraordinarias características de este Santuario Celtíbero de Sekaiza, por desgracia muy poco conocidas, extractamos la información que nos ofrecen desde Celtiberia Histórica:

“Este posible santuario esta situado en un pequeño altozano, a una distancia de 800m al sur del Poyo, en la periferia de la ciudad, extramuros, próximo a su muralla.
Se trata de una gran estructura aislada, cerrada por dos muros, con una longitud conservada de 10 y 16,6m y dos hiladas de altura, construidas con grandes sillares de yeso, que unen en un ángulo de 120º (no utilizado en la arquitectura de esta época). El espacio interno es una plataforma de grandes losas de yeso y caliza trabadas con arcilla. Los muros y el enlosado fueron nivelados y cubiertos, a su vez, por una capa de adobes y arcilla. Los trabajos agrícolas han destruido parte de esta construcción, sobre todo en los extremos norte y suroeste.
Después de varias propuestas anteriores sobre la posible funcionalidad de esta estructura, recientemente se ha planteado que se trata de una “santuario”. Se han llevado a cabo cálculos astronómicos y atendiendo al empleo de un ángulo, de 120º, en la piedra angular (no utilizado en la arquitectura de esta época), lo que significa el uso del sistema sexagesimal, que lo pone en relación con referentes culturales del Mediterráneas en la antigüedad. A su vez, la base de este trapecio coincidiría con el norte astronómico, mientras que el lado mayor de la plataforma estaría orientado a la Parada Mayor de la Luna, es decir, cuando la luna está más alejada, más alta en el firmamento.
Según estos datos se trataría de un santuario celtibérico que se levantó teniendo en cuenta distintas orientaciones astronómicas, ya que los celtíberos lo habrían construido alineándolo con el solsticio de verano, los equinoccios, el norte astronómico y la Parada Mayor de la luna, que marca un ciclo de 19 años (ciclo de Metón).“

Poco más nos queda ya por decir que no haya quedado perfectamente explicado con este resumen, salvo que animamos a forzar nuestra imaginación y memoria para dar sentido a las muchas coincidencias simbólicas que de seguro ya habrán llamado nuestra atención.
Fernando González-Wicca Celtíbera



miércoles, 10 de abril de 2013

Nuestra Europa


Un yacimiento íbero abandonado a su suerte

Las brechas en la valla del yacimiento del Oral permiten que cualquiera pueda pasar a contemplarlo. O a cualquier otra cosa, porque nada avisa a los curiosos del extraordinario monumento que se extiende por algo más de una hectárea entre parcelas de alcachofas y la N-332 abandonados a su suerte. Sólo un cartel descolorido en su interior sitúa ante restos arqueológicos a quien llega después de sortear acequias y bancales. No hay indicaciones de acceso. Ni avisos prohibiendo o permitiendo el paso. Ni paneles explicativos. Ni horarios de visita. Solo la cuadrícula de restos de piedra, parcialmente cubiertos con plásticos y lonas en un intento de proteger lo excavado, bajo el sol. Rodeado, eso sí, de una valla perimetral que como frágil intento de protección ha instalado el actual equipo de gobierno del PP, que aunque agujereada no deja de ser una valla. 

Estudiado desde 1981, este "monumento de primer orden" según los arqueólogos, es un excelente ejemplo de poblado construido con planificación previa. La malla perfecta de calles perpendiculares de nueva planta se extiende a la vista de cualquiera (entendido o no) en este suave promontorio de la Sierra del Molar, a 40 metros sobre el nivel del mar, y con unas vistas de la desembocadura del Segura que para sus chalés hubieran querido muchos promotores inmobiliarios de la zona. Uno se pregunta de hecho cómo ha podido sobrevivir este lugar a la vorágine urbanística de la Vega Baja, en cuya lista de despropósitos y depredación del suelo el municipio de San Fulgencio brilla con luz propia. Aunque tampoco se puede decir que se haya librado de la agresividad económica de su entorno, como lo demuestra el "paseo" que se dio la excavadora de una cantera próxima en 2004 y que terminó arrasando de un "palazo" un tercio del yacimiento, según informe técnico de la Universidad de Alicante. Menos mal que la zona era propiedad del Ayuntamiento de San Fulgencio desde 1992. Ahí estaban ya las autoridades atentas protegiendo el patrimonio de todos.
Los estudios de Lorenzo Abad y Feliciana Sala hablan del Oral como un espacio rodeado de albufera y con variada economía. Sus gentes tendrían quizá en el comercio su motor de desarrollo local según atestiguan ánforas púnicas, griegas y etruscas encontradas en el lugar, y además se dedicarían a trabajos de tipo extractivo y de transformación relacionados con la industria del salazón. Hasta ahora y en diferentes campañas se han excavado 21 casas, alguna de especial interés.

sábado, 30 de marzo de 2013

Lejos en el Sur


Por inverosímil que resulte (pues la tradición historiográfica que ha venido sosteniendo a los celtas históricos vinculados con la cultura de La Tène, siempre ha descartado prácticamente la presencia de los mismos al sur de los Pirineos), en estudios que han venido desarrollándose en una tendencia desde la década de los ochenta en el siglo XX, se apunta a la presencia de estos pueblos en lugares tan lejanos como el sur de la península ibérica. Esta línea de investigación, inaugurada por Martín Almagro-Gorbea y otros expertos, basa a grandes rasgos su metodología en un interdisciplinar proceso (mezclando etnología, antropología, mitología comparada, estudios lingüísticos, arqueología y cultura material, fuentes literarias, etc.) que apunta a que, al contrario del “celtismo” tradicional, entendido a la asociación directa de una lengua “celta” (la principal preocupación de Untermann, cuya ausencia le impedía afirmar que hubiese celtas en Hispania) a un conjunto étnico y a una arqueología, insiste más en un sustrato proto-celta al cual señalan diversos autores; un sustrato protocelta que recibiría el influjo de las culturas anteriores a ellos en las diversas oleadas que hicieron mella en las poblaciones prerromanas y “celticizaron” (permítase la licencia verbal) del mismo modo, a sus vecinos colindantes.
Tanto resulta así, que en zonas como la meseta, existen vestigios arqueológicos que son tan celtas como los que puedan mostrarse en los yacimientos de La Tène, en la Europa ultrapirenaica; incluyendo numerosos testimonios de autores clásicos como Estrabón, Pomponio Mela, Posidonio, Diodoro o Plinio el Viejo entre otros, en un espacio de tres siglos, de forma a veces un tanto imprecisa o variable, afirman conjuntamente al estudio realizado una realidad que hasta bien poco venía ignorándose en la historiografía, entre otros motivos debido a la nula representación de España en los congresos internacionales.
Así pues, cuando observamos el cuadrante suroeste del mapa en cuestión, apercibimos una etnia que mora el lar comprendido entre los ríos Guadiana y Tajo (región antiguamente llamada Baeturia, aproximadamente coincidente con el actual Alentejo portugués) en la que cohabita junto a los "lusitani", los "celtici". Según el geógrafo Estrabón, éstos eran “afables y civilizados” como sus vecinos los "túrduli", mientras que los "celtici" no merecían tal calificativo, ya que vivían normalmente en aldeas.
Un estudio del terreno descrito, muestra que, en efecto, el suelo volcánico y el clima en exceso húmedo de tal zona, hace más favorable el asentamiento y la supervivencia a través de la ganadería que de la agricultura, lo que favorece un hábitat disperso, una vez más en armonía con el registro arqueológico; se muestra un mapa deoppida repartidos por el territorio, cuyas fases van desde una transición que abandona la tradición e influencia tartésica, a una celtización potente con influjo desde el norte y en última instancia una acusada presencia de elementos romanos, previos a la conquista.
La guinda de todo el pastel viene con el análisis etimológico que se ha efectuado en los topónimos en los últimos tiempos, puesto que las ciudades de Munda y Certima, de raíces celtíberas ambas, han sido identificadas como las modernas Monda y Cártama, en el término provincial de Málaga, escorzando una "Ultima Celtiberia" que compartiría sustrato con aquellos pobladores que, según el geógrafo ya citado, Estrabón, en parte emigraría junto a los túrdulos en un viaje hasta asentarse en la zona del río Limia, donde ambos grupos concluyeron separándose.

Fuentes/Sources:Alberto J. Lorrio y Gonzalo Ruíz Zapatero, "The Celts in Iberia: An Overview", E-Keltoi, 2005.(http://www4.uwm.edu/celtic/ekeltoi/volumes/vol6/6_4/lorrio_zapatero_6_4.html
Luís Berrocal-Rangel, "The Celts of the Southwestern Iberian Peninsula", E-Keltoi, 2005. (http://www4.uwm.edu/celtic/ekeltoi/volumes/vol6/6_9/berrocal_6_9.html)


miércoles, 27 de marzo de 2013

Espadas tipo "gündlingen"


En un contexto previo al mostrado por las guerras contra los romanos en la Galia (s. I a.C.), en el que los celtas empuñaban largas espadas de hierro de gran calidad para ser empleadas desde una montura, las armas empleadas al inicio de lo que suele llamarse "cultura celta", presentaban una morfología más parecida a lo que quedaría como rasgo atávico en el escenario irlandés, a saber: un perfil sinuoso en la hoja, con un ensanche en la segunda mitad de la misma y un puño de madera o de otro material. Por razones histórico-culturales estas espadas acabaron evolucionando o conservándose a lo largo del tiempo: entre celtas, los combates solían ser más bien escaramuzas en estos tiempos arcaicos, protagonizados por contingentes pequeños de guerreros donde no faltaban los duelos heroicos o rituales como en el caso de Irlanda. Los reyes y los héroes se desafiarían los unos a los otros, tratando de humillar al enemigo, predominando la espada corta.
Sin embargo, la Galia y el sur de Britania sufrieron el embate de Roma, lo que significó guerras a gran escala, batallas muy grandes, y enviar a la guerra a todo hombre (y en muchos casos mujeres) capaces de empuñar un arma. 
Controvertidas hasta su extremo, las espadas tipo "Gündlingen" representan sin embargo un gran interrogante para los historiadores, debido a que tradicionalmente se las ha tenido como el ejemplo por excelencia de la Cultura de Hallstatt, de lo que se infería una oleada de migraciones de celtas desde centroeuropa hacia occidente y las Islas Británticas, y sin embargo, el diseño parece ser en origen britano, pues puede observarse la casi ausencia de modelos de espadas de esta clasificación fabricadas en hierro en las islas.

Fuentes/Sources: "The Celtic Way of Warfare" (http://www.celtlearn.org/pdfs/warfare.pdf)
"Appendix A, O'Donnel Lectures 2008" (http://www.wales.ac.uk/Resources/Documents/Research/ODonnell.pdf)


El verraco de Yecla

Provisto de 137 cm de longitud, 106 de altura y 39 de anchura, este jabalí esculpido en granito fue encontrado en la localidad salmantina de Yecla de Yeltes, revelándose como una escultura masiva realizada en una única pieza junto a su pedestal (cubierto por la caja de madera en la imagen pequeña), siendo éste último tan tosco que otrora presuntamente se mostrara enterrado. No obstante, merece la pena contrastar el esmero con que están realizadas la profunda incisión de la boca, los colmillos, los orificios nasales del animal, las orejas, la espina dorsal, el rabo, el ano y los genitales; de una forma un tanto esquemática, las patas delanteras se muestran avanzando y las traseras tienen esculpidos los corvejones.
Si bien no confunde su ubicación territorial, es decir, que la zona oriental de la meseta acusa un predominio de las formas bóvidas, (como se ilustró previamente al mencionar los Toros de Guisando, mientras que la zona occidental hasta Portugal muestra predominio de los suidos; si bien, como decíamos, a gran escala resulta coherente con lo que se estudia, su ubicación local despierta fricciones con la hipótesis de las demarcaciones territoriales, puesto que esta escultura (como muchas otras) se encontró junto al muro del Castro de Yecla, perteneciente al "populus" de los vettones.



Fuentes/Sources: R. Martín Valls y P. L. Pérez Gómez, "El Verraco de Yecla de Yeltes: Consideraciones sobre su Interpretación", ISSN: 0514-7336, 2004.



lunes, 25 de marzo de 2013

jueves, 7 de marzo de 2013

miércoles, 27 de febrero de 2013

Karo Zirgas

La Hispania de los Vikingos

sábado, 26 de enero de 2013

Musee des temps Barbares 2013


Los neandertales usaban ocre rojo hace 250.000 años, antes de lo documentado.

Los primeros neandertales utilizaban ocres rojos desde hace al menos 250.000 años, mucho antes de lo que hasta ahora se había documentado y coincidiendo con la época en la que también lo hacían los ancestros del hombre moderno del Pleistoceno medio en África.
Esta es una de las conclusiones de un trabajo publicado en la revista PNAS, en el que han participado investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh), en Burgos.
El hallazgo se ha producido en el yacimiento arqueológico de Maastricht-Belvédère, al sur de los Países Bajos.
En los laboratorios del Cenieh se han llevado a cabo los análisis de pequeñas cantidades de material rojo recuperado en las excavaciones de este yacimiento, que indican la presencia de hematites, un óxido de hierro componente principal del ocre rojo, cuya procedencia no se ha podido precisar con exactitud.
En este sentido, Mark Sier, del Cenieh, ha explicado que dicho material tenía que haber sido transportado hasta este yacimiento, “posiblemente desde decenas de kilómetros de distancia”, ya que como se desprende de los análisis efectuados en el citado centro “el hematites no forma parte del entorno sedimentario circundante”.
Los investigadores de este estudio no han especificado cuál es el destino que los neandertales daban a este mineral.
A este respecto, Sier ha aclarado que es verdad que existe una amplia gama de aplicaciones de óxidos de hierro por parte de los últimos cazadores-recolectores, desde su utilización como pigmentos hasta su uso medicinal.
No obstante, los científicos han preferido no especular sobre los usos específicos del ocre rojo en un pasado lejano “de los que no se ha encontrado ninguna constancia”.
El trabajo está liderado por Wil Roebroeks de la Universidad de Leiden (Países Bajos) y, además de Mark J. Sier, ha participado por parte del Cenieh, Josep M. Parés, coordinador del programa de Geocronología.

miércoles, 23 de enero de 2013

¿en qué creían los carpetanos?

En las creencias de los carpetanos no queda más remedio que introducirse en el movedizo terreno de la conjetura, porque al contrario que de los pueblos vecinos, no ha quedado rastro, al menos de momento, de los dioses carpetanos en la epigrafía romana. Ni Ataecina, ni Airón, ni Endovellicus, ni Lug, ni demás dioses de los panteones célticos y lusitanos, que son los más próximos a nuestros protagonistas.
Esto no significa que los carpetanos no adorasen a dioses propios, lo que ocurre es que no han aparecido vestigios del culto, o es que entre sus costumbres no estaba la de citar por su nombre al dios al que le pedían árnica. Probablemente tuvieron sus representaciones materiales de las divinidades, pero puede ser que el material sobre el que lo realizaban fuese perecedero, como la madera, o que la intransigencia de los acólitos de posteriores religiones asentadas en el solar carpetano acabara con sus restos.
Como buenos célticos (con sus matices ibéricos), debieron adorar a un dios sin nombre, un dios superior, máximo y óptimo, como el Júpiter romano, caracterizado por un notable talante guerrero. Pero también debieron de ser devotos de la Diosa de la Naturaleza y de la Fecundidad, la Diosa Madre celta, indoeuropea. Como no se ha documentado la religión druídica en la Península Ibérica, es de suponer que tampoco hubiese druidas entre los carpetanos. No olvidemos que las corrientes culturales y humanas procedentes del centro de Europa, atravesaron los Pirineos y aquí se fosilizaron, mientras que allende nuestras montañas protectoras y separadoras al mismo tiempo, tales ideas evolucionaban. Nuestros celtas proceden de una estirpe muy antigua, donde no había todavía sitio para las creencias druídicas. No obstante los carpetanos eran devotos de la Naturaleza, y realizaban sus prácticas de culto en santuarios al aire libre, algo que a los romanos les irritaba sobremanera, puesto que ellos estaban habituados a los templos cerrados.
Los carpetanos debieron adorar al caballo, y a las divinidades acuáticas, como la inmensa mayoría de los celtas peninsulares. En Complutum eran especialmente afectuosos con las ninfas de las aguas. No olvidemos la fama de los jinetes meseteños, por cuya contratación se pegaban romanos y cartagineses.
Durante época romana, el culto a Marte, el dios de la guerra romano estaba muy extendido, y se asociaba su culto con el toro, animal de carácter sagrado en todo el Mediterráneo y sus riberas. El toro tenía además un matiz de orden astral, tiene carácter funerario y también simboliza la fecundidad. La religiosidad indígena también estaba predispuesta a los sacrificios cruentos y combates gladiatorios en los funerales de grandes personajes, como Viriato, que no era carpetano, pero sí lusitano, con quienes hubo bastante contacto, y no siempre amistoso.
Sí se conocen aras votivas en la Carpetania con inscripciones romanas, pero dedicadas a dioses romanos, aunque seguramente muchas divinidades del panteón romano se asimilaron con los indígenas, como Marte. En cambio, las alusiones a religiones mistéricas orientales, y por supuesto a los viejos dioses carpetanos, brillan por su ausencia. También está documentado en los municipios carpetanos de época imperial el culto al emperador, cuya gestión llevaban un colegio sacerdotal dominado por libertos, los sevires augustales.
Diego Salvador Conejo

 

martes, 15 de enero de 2013

La utilización del Sax en la alta edad media hispanica

A día de hoy se pone en duda la utilización del tradicional cuchillo de los sajones, (Sax), en la alta edad media hispánica. De los siglos IX al XI no se han encontrado pruebas testimoniales ni arqueológicas, que puedan demostrar si los soldados de leva o guerreros utilizaban este arma a modo de ataque una vez llegados al cuerpo a cuerpo.
No obstante el sax esta documentado en los tiempos visigodos, tanto en Castilla como en el ámbito vasco / navarro desde los siglos VI al VIII. Los visigodos utilizaban este arma atado al cinturón en su parte delantera, al contrario que los sajones y vikingos, quienes parece que solían utilizarlo a su espalda. El sax, era un arma corta, empleada para el combate cuerpo a cuerpo como una espada secundaria de menor tamaño.
Durante los siglos IX al XI, se sabe que los ejércitos se des profesionalizaron, y pasaron a ser ejércitos de leva. Donde altos aristócratas adinerados obligaban a los campesinos a combatir a su lado en defensa de sus intereses. Estos ejércitos, según diferentes testimonios históricos, como el documento fundacional de Covarrubias. Acudían a la batalla armados principalmente con lanzas y escudos. ¿Pero?, una vez rotas las lanzas, que armas utilizaban esos antiguos antepasados.
En el ámbito anglosajón, se sabe que utilizaban hachas de mano que cumplían una doble función. Por un lado agrícola, y en segundo lugar de ataque en las batallas. Pero en la península, las cabezas de hachas encontradas durante los siglos IX al XI son prácticamente nulas. Esto no significa que no se utilizaran, ya que en los siglos VI al VIII hay numerosos restos arqueológicos. Simplemente significa que durante los siglos posteriores, parece que desaparecieron desde un unto de vista arqueológico.
De cualquier forma, la lógica hace pensar que los soldados de leva utilizarían algún tipo de arma para solucionar los combates cuerpo a cuerpo, una vez rotas o superadas las lineas de lanzas. ¿sax?, ¿hachas de campo usadas para la guerra?.
Aun cuando no hay pruebas concluyentes de su utilización, nos inclinamos a pensar que utilizarían hachas de campo como armas cortas, y seguramente algún tipo de sax que desconocemos, y que a buen seguro también tendría una doble función como herramienta y arma. Máxime cuando en épocas anteriores, sus antepasados godos, si habían utilizado y conocido este arma.

X najazd Barbarzyncow 2013


jueves, 10 de enero de 2013

Calendario de eventos, Castillo de Castilnovo


Muy pronto...


Warrior


martes, 8 de enero de 2013

viernes, 4 de enero de 2013

El espíritu del oso

Los celtíberos pensaban que en sus bosques, vivía un poderoso espíritu que los recorría y protegía bajo la forma de un gigantesco oso pardo. Este animal, era el símbolo del dios, o la diosa, Arconi.
El escritor romano Plinio, describe como existía la creencia popular entre las diferentes tribus, las cuales pensaban que tras cazar a un oso, y beber su cerebro. Los guerreros adquirían la fuerza del animal. Aquí el cerebro, el cual se encuentra en el interior de la cabeza, la cual era sagrada para los celtas. Pues en parte pensaban que ahí residía el espíritu de los hombres. Cumple la función de elemento mágico conductor de poderes.. Es la simiente, la sabia de la cabeza, donde reside el espíritu de los seres. Por ello nuestros antepasados, pensaban que al beber ese cebero, la fuerza del oso pardo y en parte la fiereza de su espíritu, pasaba del sagrado animal a ellos. En una especie de culto predecesor y ancestral del futuro mito de los berserker germánicos.
El espíritu, o dios encargado de custodiar los bosques era Arconi el oso. Un dios del que poco se sabe. Pero que posiblemente estuviera relacionado con el mundo natural, siendo un guardián de los bosques y lugares naturales, así como señor de los cazadores, y de las fuerzas primitivas.
Con la llegada del cristianismo, el mito se perdió, o quizás modificó, o quizás simplemente pasó de ser creencia popular a ser simple superstición de la gente cercana a los campos. Se sabe con certeza, que durante el periodo visigodo de Hispania, cultos paganos de los tiempos celtas, subsistieron al lado de la creencia cristiana entre los campesinos y pequeñas aldeas. Donde los lugareños no dudaban en rezar a Dios, al tiempo que acudían a depositar pequeñas ofrendas a los antiguos espíritus sagrados para sus antepasados, bajo montes, fuentes, y ríos. Hay constancia de esta existencia de cultos, al menos hasta el siglo VII. La llegada del Islam a la península supone un parón, y aun auge del cristianismo como seña de identidad entre los nativos, unidos contra la religión foránea, que con el paso del tiempo, y poco a poco, va desterrando al olvido a todas las tradiciones y creencias ancestrales. Al menos desde un punto de vista oficial, ya que el cristianismo se asienta con fuerza como alternativa al Islam, aunasí, en las aldeas y los campos, la gente sigue en parte rezando a Dios y siguiendo viejas tradiciones, por si acaso.

jueves, 3 de enero de 2013

martes, 1 de enero de 2013

¿Por qué el año acaba el 31 de diciembre?

El levantamiento de los celtíberos de Segeda, en la actualidad un pequeño pueblo zaragozano, hizo cambiar la fecha del fin de año hace dos milenios.
 
 
Todos damos por obvio que el año acaba el 31 de diciembre. El calendario empieza el 1 de enero y termina el último día de diciembre. Pero, ¿podía tener otro ciclo? ¿Podía empezar, un suponer, el 1 de junio y acabar el 31 de mayo? Podría. La razón de que no sea así, de que la Nochevieja sea la del 31 de diciembre, tiene un origen bélico, más de dos milenios atrás. Y el protagonista fue un pueblo celtíbero, Segeda, antecedente de lo que hoy es la pequeña localidad zaragozana de Mara, en la comarca de Calatayud.
Roma declaró la guerra a Segeda y, para adaptar organizativamente el mando de las tropas, cambió el calendario que regía hasta entonces en el mundo occidental. Segeda había adquirido fuerza y valor estratégico para que el Imperio romano decidiera declararle la guerra, lo que conllevó la modificación del calendario que se utilizaba hasta entonces, porque hacía falta elegir los cónsules y eso ocurría de ordinario el 15 de marzo, «primer día» del año político-administrativo romano. Pero como corría prisa, se optó por fijar como fecha de elección el 1 de enero, y aquel acontecimiento hizo que, desde entonces, el calendario adelantara el primero del año a ese día.
 

Cambio de fecha para guerrear

El ejército que movilizó el Senado romano para atacar a Segeda era de una dimensión inusual, 30.000 hombres, el doble de lo que hasta entonces era habitual en los contingentes que llegaban a la Península. La importancia que adquirió el conflicto hizo que Roma, en lugar de designar un pretor para dirigir la operación bélica, decidiera nombrar a un cónsul.
De no haber sido por Segeda, por el antecesor celtíbero del pequeño pueblo zaragozano de Mara, las uvas nos las tomaríamos los aragoneses (y el resto del mundo occidental) en una fecha meteorológicamente mucho más benévola: las doce campanadas y las doce uvas nos las tomaríamos a las doce de la noche del 14 de marzo.
Importante tuvo que ser Segeda como para que el Senado romano tomara decisiones de tanto calibre. Algunas crónicas de la época se refieren a esa ciudad celtíbera como «grande y poderosa». Era capital de la etnia de los Belos, controlaba un amplio territorio que abarcaba a varias de las actuales provincias españolas y, entre sus privilegios, tenía el de acuñar moneda, lo que a su vez era una clara muestra del poder social y económico que tenía esa ciudad.
 

Capital de los Belos

En el año 179 antes de Cristo, la ciudad de Segeda y Roma sellaron un acuerdo de paz. A cambio de pagar ciertos impuestos y del compromiso de no edificar nuevas ciudades en su territorio, Roma se comprometía a mantener la paz con Segeda y a permitirle que acuñara moneda. Pero en el año 154 antes de Cristo, Segeda inició la ampliación de sus murallas, para que alcanzaran hasta los 8 kilómetros de perímetro. Roma lo interpretó como una acción hostil que vulneraba el acuerdo de paz firmado veinticinco años antes.
El despliegue militar se hizo con rapidez. En vez de esperar al 15 de marzo para elegir a los cónsules, el Senado romano decidió hacerlo de inmediato, y cayó el 1 de enero. De esa forma, la operación militar se podía desarrollar a principios de verano. Si hubieran esperado al 15 de marzo para elegir al cónsul, los preparativos habrían demorado la maquinaria bélica hasta el invierno. Y los romanos sabían bien lo cruda que es esa época del año en estas tierras peninsulares.