lunes, 4 de julio de 2011

El dios Lug o Lugoves el de las dos cabezas en la peninsula iberica

Según opinión actualmente casi unánime, debe ser Lug la divinidad céltica que César identifica con Mercurio y coloca a la cabeza del panteón galo y que, según mostró M. L. Albertos, sería la divinidad principal de los celtas peninsulares y, consiguientemente, de los celtíberos. En el territorio de éstos bailamos tres dedicatorias, dos de ellas ciertas y una probable, cosa inusual dada la parquedad de testimonios epigráficos del culto a este dios. La más importante de ellas, en la que el nombre de la divinidad aparece en forma pura, es la gran inscripción rupestre de Peñalba de Villastar (Teruel):

Eniorosei
uta tigino tiatunei
Trecaias to Luguei
Arianom comeimu
Eniorosei equeisuique
ogris alocas logias sistat Luguei tiaso
Togias.

Otra inscripción, que incluimos con ciertas eludas, procedente de Muro de Agreda (Soria), parece mencionar así mismo a esta divinidad48:

Lougesteric(o)... aram cum monument(o), o bien:
Louci(s) luteris aram cum monumen(o).

Finalmente, un tercer epígrafe está dedicado a los Lugoves, forma plural de Lug, por un individuo perteneciente al gremio de zapateros de Uxama, de donde procede la inscripción, quien indica además la gentilitas de la que formaba parte:

Lugovibus sacrum L (hederá) L(icinius) (hederá) Urcico(m) collegio
sutorum d(onum) d(at).

Las tres inscripciones se refieren al mismo dios, Lug o Lugu, cuyo nombre aparece en la gran inscripción de Peñalba por dos veces, como señaló Tovar, en forma de un dat,sing, en -uwei. La gran difusión del culto a Lug entre los celtas lo señalan los veintisiete topónimos esparcidos en el continente y las Islas Británicas, formados sobre él nombre del dios y cuya forma más generalizada es la de Lugudunum, siendo el caso más conocido el de la antigua capital de las Tres Gallas, la actual Lyon. En la amplia dispersión de estos topónimos formados sobre el nombre de Lug veía Tovar precisamente una de las pruebas más concluyentes acerca de la universalidad de su culto entre los celtas y de la unidad fundamental de los mismos antes de sus migraciones históricas.
Curiosamente, sin embargo, sabemos muy poco de Lug en las Galias, y los testimonios epigráficos fuera de la Península se reducen sólo a tres inscripciones.
El nombre de Lug se explica a partir de distintas etimologías sobre las cuales los linngüistas no llegan a un acuerdo. Para unos él nombre deriva de un radical *leuk,- brillar», y Lug sería un dios «luminoso», probablemente de carácter solar, lo que arecen corroborar algunos de sus epítetos. Para otros el teónimo deriva de un adical *leu/lu-g- con el significado de «oscuro, negro»; sobre éste se formaría el galo Hugos, «cuervo», del que derivaría él nombre de Lugu-dunum (Lyon) de acuerdo con la leyenda transmitida por el Pseudo-Plutarco acerca de la fundación en esta ciudad, en cuyo escudo aparece, efectivamente, el cuervo. Esta relación entre Lug y el cuervo queda reflejada en el abrigo de Peñalba por la representación del ave bajo la gran inscripción dedicada al dios. También un cuervo acompaña a Mitra, divinidad solar lo mismo que Lug, y en base a este nexo, creemos que bay que poner en relación con el culto a Lug los sacrificios humanos de fundación exhumados bajo la muralla de BU bilis, en los que un par de cuervos acompañan a una de las víctimas. La irazón o explicación de este rito en relación con Lug vendría dada por el carácter «plurifuncional» del dios en el que, sin embargo, parece predominar el aspecto protector, mágico y sacerdotal.
Más explícitas que las fuentes galas resultan las leyendas irlandesas, aunque plantean en cambio el problema de su fecha muy tardía y, por consiguiente, de hasta qué punto reflejan la personalidad originaria del dios. En la batalla de Mag Tured él es el jefe de los Tuatha Dé Danann y quien decide la victoria sobre los Foimoré. De Vries ha puesto de relieve las estrechas afinidades de Lug con Wotan u Odín, que también ha sido asimilado a Mercurio por los autores antiguos.
Ambos son cabezas de sus respectivos panteones y jefes de ejército. Ambos deciden una batalla divina o mítica, la de Mag Tured en las leyendas irlandesas, la de los Ases y Vanes en las escandinavas. Ambos combaten con una lanza (¿el rayo, el sol? ) y ambos usan la magia para la cual cierra Lug un ojo, mientras que Wotan es tuerto. Lug es maestro de poesía, al igual que Wotan es maestro de los escaldos y ambos se asocian o aconsejan con los cuervos. Lug.


Distintos epítetos aplicados a Lug en los relatos irlandeses hacen pensar, como se dijo antes, en un carácter solar del dios. Se le llama, por ejemplo, lámfada («de larga mano»), que hace pensar quizás en los rayos del sol, y lonnbeimenech («el que golpea furiosamente») lo que combinado hace .pensar en Apolo «que hiere de lejos». Precisamente una explicación dada en Irlanda para explicar el epíteto de Lámfada es que tenía los brazos tan largos que ¡podía atarse los zapatos sin inclinarse. Gricourt ha estudiado cómo en un amplio área el sol ha sido tenido como el dios de los zapateros y, en general, de los trabajadores del cuero, al parecer por la sacralization transferida a las pieles por el contacto con los rayos del astro. En este punto hay que tener en cuenta que otro epíteto frecuente de Lug es el de sambildánach, «el que sabe hacer muchas cosas, hábil en muchas artes»; el cual explicaría el carácter de patrón de los artesanos y comerciantes supuesto en el dios celta, que habría permitido su identificación con el Mercurio romano y, por otra parte, el que un zapatero de Uxama dedique una inscripción al dios en su forma plural, los Lugoves.
Sobre la simbologia de los Lugoves y el significado de este plural las interpretaciones son contrapuestas. Para unos autores, como Sjoestedt o Le Roux, el plural Lugoves constituye un plural de majestad o indicador de un dios triple o una trinidad de dioses, interpretación que viene avalada por la existencia de tres foci en las aras gallegas de Sinoga de Otero y S. Vicente de Castillones y por la convención artística de los celtas de triplicar las figuras o dotar de tres rostros a las divinidades, con lo que se simbolizaría en un nivel platico el poder universal del dios que mira en todas las direcciones. Partiendo de la inscripción de Uxama, sin embargo, otros autores ven en el plural Lugoves la expresión de dos divinidades, relacionándolo con dos figuras del Mabigonion gales: las de Gwydyon y su hijastro Lleu llaw Gyffes, que son precisamente zapateros. A esta dualidad corresponderían los monumentos galos de «Mercurio y su hijo» que, como Gricourt apunta, expresarían la creencia en un dios maduro y un dios niño que son a la vez sucesivos y simultáneos; esta concepción, vinculada a un dios solar, expresaría la idea del cíclico renovamiento (invernal/estival) del sol.
Con respecto al culto de Lug en celtiberia, una cita relativa a la guerra numantina {De vir.itt. 59) arroja una luz interesante sobre la principal conmemoración del mismo: la Lugnasadh. Distintos especialistas han señalado que era ésta la principal festividad del calendario céltico: entre Beltaine (1 de mayo) que celebraba el aspecto solar, claro y apolíneo del dios y Samain ( 1 de noviembre) que celebraba su aspecto oscuro y sombrío, guerrero, la Lugnasadh (1 de agosto) conmemoraba su aspecto real y constituía una fiesta pública, en el momento en que el rey estaba en el culmen de su poder y a punto de recogerse los frutos de la cosecha. Lug la habría instituido para conmemorar la memoria de Tailtiu, hija de Madhmor, rey de España, que lo habría criado hasta la edad de coger las armas, estableciendo una «asamblea de Tailtiu» que se celebraba quince días antes y quince días después con certámenes públicos. Esta asamblea de toda Irlanda se celebraba en Tara, en el condado de Meath, y parece que históricamente se prolongó hasta aproximadamente el año 560 d. C. Por esto, dicen, la fiesta se llama Lugnasadh, que significa «el recuerdo de Lug». Pero otra traducción también puede ser «el matrimonio de Lug», lo que hace referencia al matrimonio del dios —aquí identificado con el rey— con la tierra (Tailtiu), pero también a que en esta fecha los padres concertaban los matrimonios de los hijos. La noticia relativa a la guerra numantina antes mencionada informa precisamente de que había un día o festividad del año en que los numantinos celebraban los matrimonios. Coincidió que en una ocasión, cuando el cónsul Mandno (137 a. C) llevaba el ejército a un lugar apartado de Numancia para remediar la absoluta falta de disciplina y desmoralización de las tropas, eo die Numantini forte solemni nuptum filias locabant et unam speciosam duohus competentibus pater puella condicionem tulit, ut ei illa nuberet qui hostis dexteram attulisset. Salen los pretendientes al campo y descubren precisamente al ejército romano que se retira y, dando aviso a la ciudad, lo atacan y colocan en la apurada situación que hizo aceptar a Mancino una capitulación deshonrosa.
Parece pues que había un día en que los celtíberos solían acordar las bodas de las hijas precisamente por parte de los padres y que este día, como vemos por las fuentes literarias, caía hacia mediados del verano. Esta suposición se basa en el hecho de que, aunque desde el 153-152 a. C. normalmente se adelantaba la toma de posesión del cargo de los praetor es de Hispània por razón de la guerra (App. Iber. 45), Mancino se dirigió a la Península no por tierra sino por mar (Livio, per. 55), por lo que verosímilmente hubo de esperar a comienzos de la primavera en que las condiciones de navegación en el Mediterráneo eran favorables; luego, una vez frente a la ciudad, libró varios combates en los que perdió siempre, hasta que la noticia de que los vacceos y los cántabros acudían en ayuda de Numancia le llevó a emprender la retirada en la que fue sorprendido por los celtíberos {Iber. 80; Plutarco, Tib.Grac. 5-6; Floro 1, 34, 5 etc.). Si tenemos en cuenta el tiempo que necesitó el cónsul para dirigirse de la costa a Celtiberia, a través de pueblos hostiles, y el necesario para desarrollar las operaciones que fracasaron antes de la retirada, podemos con cierta verosimilitud pensar que el hecho novelesco narrado por nuestra fuente acerca de las bodas numantinas acaecía hacia el verano y que, probablemente, constituye la única referencia de que disponemos acerca de una fiesta del calendario céltico estrechamente vinculada al culto de Lug cuya constancia tengamos en la Península Ibérica.

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