lunes, 28 de marzo de 2011

La Celticidad de Los Cántabros

La Celticidad de los cántabros hoy día parece algo bastante evidente, fuera de toda duda, y que echa al traste la creencia popular habida siempre de que los únicos celtas son los gallegos, cuando en realidad la influencia celta resulta más que demostrada en otros pueblos como Asturias y Cantabria, donde se muestra fuertemente vinculada a sus costumbres, nombres y supersticiones. Los libros de Adolf Schulten “Los Cántabros y Astures y Su Guerra Con Roma” y de Adriano García-Lomas “Mitología y Supersticiones De Cantabria” recientemente reeditados por Estudio en Biblioteca Cantabria son una prueba de ello. En 1945 el Dr. D. Jesús Carballo publicó en un periódico local la estrecha relación de Cantabria con los otros pueblos celtas de la península, lo que dijo entonces aparece a continuación.

«Ciertos arqueólogos como Bosch Gimpera o Frankowski cayeron en el error de afirmar un supuesto origen ibero de los Cántabros por haber visto estelas celtas con inscripciones ibéricas. Nada prueban esos caracteres ibéricos respecto del origen de los Cántabros. Cuenta Julio César en su obra Comentarios a la guerra de las Galias, que los druidas, o sea, los sacerdotes celtas, tenían sus doctrinas religiosas escritas en caracteres griegos de manera que el pueblo no pudiera leerlas ni comprenderlas ¿Por qué hacían eso? Sencillamente porque no existía la escritura celta y tenían que valerse forzosamente de la escritura de otros pueblos. Aquí en Cantabria ha debido suceder lo mismo: los celtas-cántabros desconocedores de la escritura (lo mismo que los vascones) tenían que acudir forzosamente a los iberos y a los romanos para grabar sus leyendas. Así se explica que las estelas de Clunia, siendo celtas, tengan caracteres ibéricos y sólo emplearan caracteres latinos, cosa que no sucedería si los Cántabros fuesen iberos, pues continuarían con su escritura. Otra causa que indujo a este error histórico es el suponer que la palabra “Cantabril” es ibera y se refiere al río Ebro (Iberis); en efecto, en Cantabria nace este río y en sus márgenes moraban ellos. Pero me encuentro con otra palabra que es “Artabri”, nombre de unas tribus celtas que ocuparon el territorio que hoy es La Coruña y después pasaron a vivir a Inglaterra (ver obra de Henri Hubert con su mapa de expansión celta). Lo que no puedo admitir es que una sea celta y la otra ibera. Schulten dice que es celta. Ahora bien, estas dificultades se resolverían fácilmente suponiendo lo que yo propuse anteriormente, es decir, que los Cántabros son celtas y de un parentesco próximo y de la misma invasión que los celtas de Galicia. Dicho queda, que tanto Schulten como Hubert aportan tal número de datos que no tengo ya la menor duda del celtismo cántabro, confirmado además por los actuales investigadores españoles que más se dedican a ello. Ya en otro artículo demostré que entre las regiones de Cantabria y Galicia existen sorprendentes identidades en nombres locales, de culto religioso, de fortificaciones, etcétera; no obstante, la distancia a que se encuentran una de otra induce a creer que entre ellas debe de existir un parentesco hasta el presente ignorado por los historiadores. Brigantia, antigua capital de Cantabria, y Brigantes, una tribu celta de la primitiva Coruña; varios castros Cántabros con el nombre Amaia, y Compostela tiene próximo el valle de La Maia; en Liébana está Tudes, y Tudes es el primitivo nombre de Tuy; aquí el valle de Camargo o Tamargo, y el castro celta de los tamáricos se convirtió en la actual Compostela; Cayón en La Coruña, y el valle de Cayón en Cantabria; en Clunia (de Cantabria), un templo dedicado a tres divinidades galaicas. Es de advertir que Coruña en gallego es Cruña y sabido es que el pueblo gallego siempre tiende a cambiar la erre en ele; así que Cruña y Clunia es lo mismo. Tanto es así que próximo a la antigua Clunia está la actual Coruña del Conde. Próximo a la antigua Brigantia (hoy Retortillo) está Bolmir, nombre gallego, y un poco más allá de Reinosa encuentro la Miña y en Fuente Miña (Lugo) nace el río Miño; más al norte de Reinosa veo “La Coba”, palabra gallega que significa “La Cueva”, y aproximándose al río Saja encuentro el Cueto de los Tojos, tojo es una palabra clásica gallega que significa árgoma; Puerto de Sejos es igual que “sexo”, en gallego, que significa “canto rodado”, que allí abundan. Ya dije que la única estatuilla de bronce hallada en las excavaciones de Juliobriga es celta, según la clasificó Taracena, director del Museo Arqueológico de Madrid. En Toranzo el pueblo de Aés, y Ahés es el nombre de una legendaria princesa celta. Pero incluso la palabra Comillas, tan castiza, dice Rodríguez Marín con toda su autoridad filológica que es de origen celta (folleto publicado por el Ayuntamiento de Comillas). Sólo falta que en la estela gigante de Zurita aparezca (como creen ver algunos) un guerrero llevando en la cabeza una piel de lobo, porque así representaban los celtas la divinidad suya llamada Sucellum, dios de la fuerza. Dicha estela presenta también un caballo con su jinete, y no encuentro en ninguna obra de consulta ninguno tan parecido como la figura ecuestre de la diadema de oro, descubierta en Ribadeo (Lugo), que es celta. No puede atribuirse a la simple casualidad o a la coincidencia este cúmulo de datos. Para mayor seguridad he intentado hacer el mismo estudio con Galicia y Vizcaya pero no encuentro enlace posible. Ahora pregunto: han transcurrido más de veinte siglos y todavía encontramos semejante identidad ¿Cuál no sería entonces? Citaré algún latino, algún hispano, griego e incluso visigodo, y veremos cómo todos confunden a Galicia con Cantabria y viceversa, cosa que no sucede con ninguna otra región, ni siquiera con las contiguas a ambas. Posidonio (griego anterior a Cristo) dice que el río Miño nace en los Cántabros. Floro (español del siglo II) dice que los galaicos se suicidaban con veneno extraído de las hojas del tejo y Silio Itálico dice lo mismo de los Cántabros. Estragón (griego) dice que los Cántabros usaban para beber vasos de madera, aún ahora se usa en Galicia la “cunc” como los celtas; el pelo lo dejaban largo como las mujeres y en caso de guerra lo ataban atrás con cinta. Vestían túnica de lino, añadiendo que de esto había abundancia en Galicia, usaban una capa de lana negra de oveja como los galaicos de las islas Casitérides (del estaño)* en Inglaterra. Justino (latino) siglo III, escribe que entre los Cántabros los hombres se dedicaban a la guerra o a no trabajar, estando echados como era costumbre de los galaicos, quienes opinaban que el hombre sólo dos cosas debe hacer: guerrear o descansar. Añade que otro tanto hacen los germanos. Continúa diciendo que los trabajos del campo eran propios de la mujer como en Galicia. Parphirius, e scribe “Cantabria quae est gens Gallaeciae” (los Cántabros que son tribus Galaicas). Orosio (español del siglo V) en su Historia de la guerra dice “Cantabri et Astures Gallaeciae provinciae partio sunt” (los Cántabros y Astures forman parte de la Galicia). Para no cansar al lector, escritores griegos, latinos, sirios (como Posidonio), hispanos y hasta visigodos como San Isidro (siglo VI) confunden a Cantabria con Galicia, cuando parece lógico que confundieran Galicia con Lusitania y a Cantabria con Vasconia. Por otra parte, parece una obsesión de los escritores el cotejar siempre a los Cántabros con los Galaicos y a éstos seguidos de los Cántabros. Y si mencionan a los Astures, que son de la misma raza, siempre aparecen seguidos Cántabros y Galaicos, y después los Astures, cuando parece lógico que los intercalaran. Y esto no es sólo durante un momento histórico, pasajero, sino que lo vemos a lo largo de siete siglos; desde el siglo II antes de la era cristiana hasta el VI con San Isidoro, el cual escribe “Sicut in Gallecia partes sunt Cantabria et Asturia”. Para explicar esta identidad, esta unificación de dos pueblos tan distanciados, no basta que sean de la misma raza, hay algo más, que en mi opinión es que se trata de dos pueblos hermanos, tribus como los israelitas, descendientes de dos o más tribus, de dos o más hermanos, hijos de un mismo padre. Así se comprende por qué los feroces (según los romanos) Cántabros, que constantemente depredaban y atacaban a sus vecinos, los vascones y vacceos, acuden en auxilio de los galaicos a través de la ingente cordillera hasta Tuy, en la desembocadura del Miño, cuando guerreaban contra los romanos. Se debe proceder con la historia de Cantabria como ha procedido con la antropología el sabio montañés Hoyos Sainz, quien ha puesto al día y revisado los trabajos que él mismo ha realizado con Antón, hace muchos años. Los historiadores que escribieron hace tiempo resultan ya anticuados porque no conocieron los numerosos e importantes descubrimientos realizados por activos investigadores.». Jesús Carballo (1945). Prólogo de Carlos Gustavo Alútiz Ruisánchez

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